Cuando la economía entró en declive en el año 2002 y los encargos fotográficos empezaron a escasear, el fotógrafo Corey Arnold decidió volver a sus raíces como pescador, un trabajo que había abandonado en 1995. Arnold hizo las maletas y tiró rumbo al norte de Alaska para trabajar como marinero en un barco de 43 pies que se dedicaba a pescar bacalao.
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