02/03/2024

La mentira en la fotografía

La fotografía comenzó estando ligada a una veracidad aparente, una especie de confianza ciega en aquello que la cámara retrataba.

La toma de una fotografía consta de un mecanismo simple y eficaz. Nadie podía pensar en la manipulación, sobretodo en los comienzos de la misma.

Y es que la imagen no es más que lo que hay, las fotos entonces no mienten, solo muestran la realidad existente pero ¿hasta donde es esto cierto?

La fotografía es siempre una manipulación: una selección premeditada realizada por el fotógrafo que secciona la realidad a su gusto, eligiendo un punto de vista y dejando fuera del encuadre aquello que no le interesa: incluso en la foto más simple y más cercana a la verdad, hay una manipulación previa, ya sea por exclusión de información o por la forma de seleccionar aquello que se muestra.

Y es que no solo el retoque es un engaño, la selección es una pequeña traición a la realidad. El primer reportaje gráfico que se conoce sobre una guerra, las fotos de Roger Fenton en Crimea suponen un gran de engaño: ocultándonos la cara más amarga y dejándonos ver el lado menos cruel de la guerra.

Las imágenes no estaban manipuladas en el retoque, no eran mentira: son cosas que ocurrieron. La manipulación se encuentra en la selección que se presenta al receptor, esa realidad coja, falta premeditadamente de toda la información necesaria para crear una auténtica verdad. Ningún muerto en sus imágenes, ningún gesto de desdén o de debilidad, una visión fría y descriptiva, pero romántica en el sentido de aislada, de ciega, de poco realista que llevo a los expertos a denominar a estas imágenes como "la falsa guerra".

Guerra de Crimea

¿Dónde está el límite en la manipulación? ¿Debemos asumir siempre con recelo la imagen fotográfica? ¿Estamos condicionados por el formato a la hora de juzgar una imagen?

Una polaroid por ejemplo, parece un modo sincero de realizar una imagen: fotografías instantáneas, donde por una mera cuestión técnica la manipulación parece no tener cabida.

Lo mismo ocurre con las cámaras digitales de baja resolución que asociamos a gente sin conocimientos en fotografía y que por tanto no son sensibles de producir engaño. Cuando vemos una imagen de este tipo no pensamos en esta posibilidad. Con las grandes cámaras digitales no ocurre eso: sabemos de forma inconsciente que es el formato más susceptible de mentir.

¿Y vosotros? ¿conocíais la historia de Roger Fenton?

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#Inspiración

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