Un retrato nos cuenta una historia, nos desvela una
identidad, nos sitúa ante un contexto y nos presenta ante una actitud vital. Tomar este tipo de
fotos nos sitúa ante un igual y nos exige
complicidad si lo que queremos es el resultado final sea bueno. Así entendió Laura Ferro su paso por Cuba, un país del que se trajo retratos inolvidables.

La primera experiencia curiosa de su viaje llegó en el
momento en el que tomó el primer retrato en el país caribeño. La primera
persona que capturó le dio las gracias por la foto. La segunda hizo lo propio y la tercera reaccionó exactamente de la misma manera. Ahí fue cuando se dio cuenta de que esta
reacción iba más allá del
hecho de tomar una simple foto.
"La mayoría de los
cubanos solo han tenido acceso a internet desde hace un año, así que la idea de que los extranjeros tomen fotos suyas es un
concepto nuevo y emocionante para ellos", explica Laura Ferro. De hecho, precisa, en muchos casos esta es la primera vez que esta gente ha compartido su
"rostro" con una comunidad más amplia que la que les rodea en su día a día.
