Primero hay que distinguir entre tipos de luz y como estas se comportan. Las dos más importantes,son la luz natural y la luz artificial. La luz natural es aquella que proviene del sol, y la artificial es la que proviene de fuentes no naturales, como bombillas, el flash de nuestra cámara, etc.
La luz natural consigue que nuestras imágenes se vean nítidas y saca el mejor partido a nuestra cámara. De hecho por ejemplo, si observamos las fotos que hacemos con nuestro móvil, veremos que aquellas con una buena iluminación natural, parecen tener mejor calidad que las demás.
Las horas de mayor intensidad lumínica son útiles para fotografiar por ejemplo, edificios o monumentos, mientras que los atardeceres y amaneceres son más propicios para los retratos y los paisajes.
Dependiendo de la hora que sea nos encontraremos con un tipo de aberración cromática u otra y es que, al amanecer la luz suele ser fría y al atardecer abundan los colores tornasolados. Deberemos tenerlo en cuenta por si necesitamos ajustar el balance de blancos o el modo de imagen en nuestra cámara. Aunque también podemos aprovechar eso de forma creativa.
La luz artificial, también tiene sus ventajas. Aunque tenemos que tener en cuenta que empeorara la calidad de nuestras imágenes, también les aportará cierto aire anti-natural que podemos utilizar a nuestro favor, eligiendo escenas que quizá no nos plantearíamos con la luz natural.
Las luces blancas o azuladas son las mejores, mientras que debemos huir de luces anaranjadas. Siempre podemos al igual que con la luz natural, ajustar los modos para obtener imágenes lo más neutras posibles.
El apartado flash merece un post aparte, para que os contemos todos los secretos. Pero lo cierto es que con no hace falta que lo usemos como único punto de luz, sino que podemos hacer cosas como juntar luz natural y artificial en una misma foto. Os lo contaremos todo ¡muy pronto!.
