En el ajetreo y el bullicio de la vida cotidiana, la mayoría de la gente solo puede soñar con escapar del ruido escapándose a la tranquilidad que ofrece el mundo rural. El fotógrafo francés Antoine Bruy, sin embargo, convirtió ese sueño en realidad cuando hizo autostop por Europa entre 2010 y 2013, sin un rumbo fijo y descubriendo regiones remotas en zonas de montaña. En el camino se encontró con personas que habían abandonado voluntariamente la vida en la ciudad y se habían retirado voluntariamente a la vida salvaje, sacrificando las comodidades de la vida moderna para ganar, a cambio, más autonomía y libertad.
En su serie de fotografías “Scrublands”, Bruy documenta las casa y los rostros de la gente que se encontró por casualidad y que viven alejados de la civilización. Se quedó en sus casas durante días y semanas y les ayudó en sus faenas diarias como criar ganado y cultivar sus tierras.
Las fotos de Bruy capturan la belleza idílica y rústica de una vida “silvestre” en zonas aisladas. “Las personas y lugares muestran varios destinos en los que no solo se ve el plano político, sino más importante, cómo son las experiencias de todos los días”, asegura. A su entender, su trabajo es un intento de hacer una especie de cuento contemporáneo, de devolver un poco de magia a nuestra moderna civilización.
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